Acerca de los fondos indexados y ETFs


En 2020 escribí un artículo algo técnico sobre la diferencia entre la gestión pasiva y la gestión activa, lo puedes leer aquí. Hoy, cinco años después, hablo todas las semanas con clientes que me hablan de las maravillas de la gestión pasiva. Cuando profundizamos en la cuestión, resulta que, a menudo, desconocen qué es la indexación. No digamos ya la diferencia entre un ETF y un fondo indexado, así como la diferencia entre un fondo «físico» y otro «sintético». 


Nunca recomendaría que pongas tu dinero en algo que no sabes pronunciar, pero ¿quién soy yo para dar recomendaciones financieras? 


¡Cuánto daño están haciendo a nuestros jóvenes los influencers de sudadera y sillón de videojuegos!


Algo de Historia


En 1973, Burton Malkiel escribió su libro Un paseo aleatorio por Wall Street, del que se han hecho innumerables ediciones, y en el cual realiza un alegato a favor de la gestión pasiva, que no existía. Aun así, un alegato interesado, pues Malkiel es juez y parte —igual que el alegato de tantos influencers patrocinados por plataformas de productos indexados—. Es un libro recomendable, en todo caso.


Dos años después, en 1975, John Bogle funda la gestora Vanguard y empieza a lanzar fondos de gestión pasiva. Al principio sin mucho éxito, pero con el tiempo lograron hacerse un hueco más que significativo en el mundo del ahorro.


Concepto y tipos de gestión pasiva


La idea central de la gestión pasiva es la siguiente:


Los fondos pasivos igualan la rentabilidad del mercado (menos una pequeña comisión). La mayoría de fondos activos no baten al mercado de forma consistente en el largo plazo, y los pocos que lo hacen solo pueden idenficarse a posteriori. Por tanto, con mayores comisiones, la gestión activa acaba siendo menos rentable, salvo que se logre identificar previamente a esos pocos fondos que superarán al mercado, algo extremadamente improbable.


Antes de rebatir lo anterior, dejemos claro que existen dos tipos de gestión pasiva:

  1. Indexación: Funcionan como cualquier fondo. Solo publican su valor liquidativo (NAV) una vez al día y solo se pueden comprar y vender una vez al día.
  2. ETFs (Exchange Traded Funds): Son similares, pero cotizan como acciones. Se pueden comprar y vender en cualquier momento mientras el mercado esté abierto, y al hacerlo, se generan beneficios —o pérdidas— exactamente igual que con una acción individual.

Por otro lado, tanto los fondos indexados como los ETFs pueden ser:

  1. Físicos: Compran los activos de los índices que replican.
  2. Sintéticos: replican un índice mediante derivados financieros, sin tener en cartera los activos subyacentes. Existe riesgo de contraparte (es decir, para que el fondo gane, otro agente debe cumplir una obligación). En situaciones de gran volatilidad, este riesgo puede materializarse y, en casos extremos, hacer que los fondos desaparezcan.


He de reconocer…


… que no soy partidario de la gestión pasiva. A lo sumo, creo que podría ser un complemento de mi cartera, pero nunca su core. Mis argumentos son:


Argumentos generales contra la gestión pasiva / indexación


1. Con la gestión pasiva eres el mercado


No te adaptas a cambios ni a eventos extraordinarios.


1.1. No hay gestión del riesgo (volatilidad = control emocional) 


Sin estrategias activas (stop-loss, filtros de calidad, rebalanceo dinámico, rotación sectorial…), si el índice baja un 30 %, el fondo también lo hará. Permanece invertido en los mismos activos aunque estén sobrevalorados o en decadencia (empresas zombis, sectores obsoletos).


En 2022, los índices sufrieron caídas generalizadas y los fondos pasivos las replicaron sin poder amortiguarlas

La gestión activa, gestiona el riesgo, reduciendo exposición en momentos de incertidumbre, acumulando liquidez para comprar en bajadas, y ajustando la cartera.

1.2. Resultados mediocres (promedio) garantizados, nunca superiores.

Un inversor pasivo siempre obtendrá el rendimiento del índice menos comisiones e impuestos. Es decir, resultados mediocres por definición.

La gestión activa, cuando es buena, identifica ineficiencias (genera alpha). Si no lo logra, ese fondo desaparecerá porque existe la alternativa pasiva. A largo plazo, solo sobreviven los buenos gestores activos. Los malos se eliminan por selección natural.

El mito de que pocos fondos activos baten al mercado se debe, en parte, a la confusión entre fondos verdaderamente activos con los llamados «falsos activos» —los que replican un benchmark con algunos retoques para justificar su comisión. Para detectar esto, basta mirar el active share del fondo y su beta (como explico en el artículo citado antes).


2. Riesgos de excesiva concentración.


2.1. Diversificación engañosa

Los índices ponderados por capitalización dan más peso a las empresas más capitalizadas (grandes), sin valorar su salud financiera. Por ejemplo, en el S&P 500 solo 25 empresas representan el 50 % del índice. Las otras 475 apenas cuentan. Esto genera dependencia excesiva de unos pocos valores.

2.2. Riesgo de burbuja

Los flujos masivos hacia fondos pasivos inflan ciertos activos sin respaldo en sus fundamentales. Esto distorsiona precios (momentum artificial), y cuando los flujos se revierten, las caídas suelen ser acusadas. En cambio, la gestión activa puede detectar y evitar esas burbujas, aprovechando oportunidades en empresas menos seguidas.


3. No funciona en mercados ineficientes 


En mercados como small caps, renta fija corporativa, o emergentes, la información no es simétrica. Los gestores activos pueden obtener rendimientos superiores con análisis profundo. La indexación aquí es más arriesgada y menos rentable.


Y un ahorrador bien diversificado necesita exposición también a estos mercados.


4. Costes ocultos


Aunque las comisiones de gestión pasiva son bajas, hay otros costes ocultos a añadir:

  • Costes de compraventa (sobre todo en ETFs) para ir adaptándose a la composición del índice, mientras esta cambia.
  • Slippage (deslizamiento entre precio teórico y real)
  • Tracking error: Desviación entre a rentabilidad de un fondo respecto a su índice de referencia (benchmark), por diversas operaciones que el fondo tiene que realizar.
  • Fiscalidad en traspasos entre ETFs, que funciona como las acciones.

Además, la gestión activa no siempre es más cara. Existen fondos activos eficientes con comisiones por debajo del 1 %. Y se pueden construir carteras activas bien diversificadas y competitivas en costes.


Objeción típica


Al final siempre acabamos en…


«Sí, sí, pero los fondos pasivos tienen menos comisiones y al final son más rentables»


Bien, son cosas diferentes:

  1. Es cierto que, la gestión pasiva tiene comisiones más bajas, pero vuelve al punto 4.
  2. La clave está en lo que recibes a cambio: análisis macroeconómico, selección de valores, gestión de riesgos, rebalanceo, control fiscal y ajuste al perfil del inversor.

Eso tiene un coste, sí, pero también un beneficio.


¿Qué beneficio? Entre otros, el control de la volatilidad (riesgo). 


Un ejemplo muy real


Si inviertes 10.000 € y tu fondo pasivo cae un 50%, quizás aguantes tus nuevos 5.000 € hasta que recupere. 


Pero créeme: si inviertes 200.000 € y un día «te faltan» 50.000 € (solo un -25%), probablemente materialices la pérdida y te retires con los 150.000 € que «has conseguido salvar».


Sujétame el cubata, yo no desinvertiría. 


Bien. Si no te pasa con 200.000 €, te pasará con 1.000.000 €. Si un día el valor cae un 25 % y «te faltan» 250.000 € (el precio de una casa), no te quedarás mirando. Te lo garantizo. ¡No digamos, poner más dinero!


La gestión de la volatilidad es una de las mayores ventajas de la gestión activa. Y vuelvo a insistir, no tiene por qué ser menos rentable (neta de costes).


Es cierto que a veces no ocurre así, pero para eso diversificamos entre diferentes activos, mercados, sectores y zonas geográficas (y divisas). Algo que no te permite el clásico indexado del S&P 500 o MSCI World.


Por último, lo más importante.


Después de todo esto hemos perdido la esencia de por qué ahorramos. Lo hacemos para conseguir unos objetivos financieros, que se concretan en una cantidad y en un horizonte temporal, dentro de una planificación global. No ahorramos para batir al mercado o conseguir una rentabilidad estrepitosa.


Y es que esas mismas personas que, al principio, decían que querían batir a la inflación para mantener el poder adquisitivo de su ahorro durante el tiempo necesario para alcanzar sus objetivos, son luego las que discuten un 1% más de rentabilidad o de comisiones, en tal o cual fondo, olvidándose de todo que acabo de mencionar.


El asesoramiento financiero consiste, entre otras cosas, en ayudar a recordar constantemente los objetivos y en qué punto del camino se encuentra uno, así como acompañar en los momentos de duda. No consiste en maximizar la rentabilidad. 


Para eso, el casino… o Bitcoin.

 


 

 

 

 

 

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