La desdolarización de China en su camino hacia liderazgo económico mundial.



(Autor: Vicente Espert) 


Dentro de una estrategia de diversificación como pilar de una buena planificación financiera algunos de mis clientes se han mostrado escépticos con respecto a poner parte de sus ahorros en activos chinos. Me gustaría compartir el siguiente análisis sobre la situación actual y la proyección de China. 

 

A título histórico, recordemos que fue Deng Xiaoping quien inició las reformas económicas encaminadas a la liberalización del mercado en China, introduciendo, por ejemplo, la propiedad privada en la tierra y la industria, así como la apertura a la inversión extranjera, asentando así los cimientos del espectacular desarrollo económico posterior. Su sucesor, Jiang Zeming desarrolló el mercado de capitales y consiguió la admisión de China en la Organización Mundial del Comercio.

 

Lo que ambos líderes pretendían no era adoptar un viraje capitalista, sino alcanzar un socialismo chino pleno, pero pasando antes por una economía capitalista, instrumentalizando el capitalismo y no como un fin en sí mismo, sino para acelerar el crecimiento del país. La idea es que anticipar el socialismo en una economía insuficientemente desarrollada podía hacer fracasar el objetivo final de implantación de un sistema socialista. 

 

Así, la tendencia aperturista anterior fue continuada por los sucesores presidentes, Hu Jintao y por el actual Xi Jinping.

 

Como vemos, a pesar de que se pueda acusar a China de ser un país opaco, con un régimen autoritario y poco respetuoso con los derechos humanos, tiene un sentido de misión y una visión a largo plazo de lo que quiere llegar a ser, líder económico mundial para el centenario de la fundación de la República Popular China, en 2049, para lo cual no ha tenido reparo alguno en abrazar el capitalismo lo que le ha permitido multiplicar casi por 20 su PIB en los últimos 25 años.

 

Pero para alcanzar dicho liderazgo económico, China necesita una moneda fuerte, y a poder ser respaldada por activos que pueda controlar, lo que significa encontrar un activo alternativo al Dólar, que es el predominante de sus reservas (aproximadamente el 90%). Esto es debido en parte a que China es un acreedor principal de deuda estadounidense, mientras que Estados Unidos es el primer cliente de China, lo que permite a China acumular dólares, que a su vez presta a los estadounidenses para que estos le sigan comprando productos.

 

Del restante 10% de reservas, oficialmente el 3% es oro. En comparación con otros países desarrollados, esta cantidad de oro no parece acorde con el tamaño de la economía china, pues en Estados Unidos, el stock de oro representa el 65% de sus reservas, en Francia el 57%, ratios estas similares a otros países de similar nivel económico.

 

Toda vez que el oro sería un activo ideal de reserva para su Banco Central como alternativa al dólar, y siendo además un activo refugio tradicional en la cultura China, el periodista Dominic Frisby, se propuso estimar a cuánto ascienden realmente las reservas chinas de oro, en su artículo The truth about China’s gold.

 

Si bien la información sobre las reservas nacionales de oro de los diferentes países no es precisamente transparente, ya que estos no dicen cuánto oro tienen ni dónde, la clasificación de los mayores países tenedores de oro sitúa a China en quinto lugar con cerca de 2.000 toneladas de oro, por detrás de Estados Unidos, Alemania, Italia y Francia. A modo de curiosidad, España ocupa el puesto número 20 con 281 toneladas (Y añado, que si tuviéramos las 510 toneladas del oro de Moscú, el que el gobierno de la República regaló a la Unión Soviética, ocuparía el puesto 9, en fin).



Según Frisby, los ciudadanos chinos poseen privadamente 2.600 toneladas de oro, haciendo honor a su valor como activo refugio. Además de este oro privado, el ejército chino tiene reservas no contabilizadas, si bien se sabe que ha existido y existe un intercambio de armamento por oro entre Rusia y China, con ocasión de la guerra de Ucrania, lo que permite borrar toda trazabilidad, mediante el cual China está incrementando también sus reservas de oro.

 

Por otra parte China tiene minas de oro de las que se estima que durante los últimos 20 años ha extraído 6.830 toneladas.

 

Y por último, China ha estado importando oro (desde Dubái, Suiza, Reino Unido, y otros países) pagando en dólares, y no en yuanes, a fin de ir deshaciéndose de stock de la divisa estadounidense y reducir así su dependencia monetaria.

 

En resumen, Frisby ha estimado la cantidad de oro que existe en china es 31.000 toneladas. De las cuales se calcula que el Estado Chino posee aproximadamente la mitad, es decir, 15.000 toneladas de oro, el doble que Estados Unidos.

 

Por lo tanto, el Yuan tendría suficientes reservas para convertirse en una moneda internacional de pagos alternativa al dólar, cosa que empezaría ocurriendo con países que no sean estrechos aliados de Estados Unidos (Unión Europea y países de la anglosfera), tales como Rusia, que está en este momento excluida del sistema SWIFT y con quien comparte una extensa frontera; o Arabia Saudí, que podría empezar a vender petróleo en yuanes; también Venezuela o Irán. Y con el tiempo conseguirá un alcance mundial que situará a China como líder económico mundial con una moneda fuerte y controlada por ellos. Dicho ascenso el Yuan no amenazará la hegemonía actual del dólar como moneda internacional de reserva, mientras el gobierno Chino no relaje su control de capitales, si bien tampoco es descartable que esto ocurra a largo plazo de modo paralelo al desarrollo económico y social del país, que de modo lógico acabaría reclamando cambios.

La conclusión es que por mucho que nos resulte ajena (cada vez menos) la cultura y economías chinas, es dudoso que una vez alcanzado el desarrollo capitalista, los ciudadanos chinos permitan a su gobierno y a su Partido Comunista un recorte de libertades o un intervencionismo socialista tal que suponga un retroceso en bienestar y derechos. Esto nos lleva a asumir que el futuro será un mundo (léase economía) multipolar, en la que Estados Unidos compartirá su liderazgo con otras potencias, entre las que China será el mayor competidor y una correcta planificación financiera tiene que ir previendo dicho escenario.

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