La adquisición de inmuebles como inversión financiera


Por Vicente Espert.

Toda la vida hemos oído decir cosas tales como “la mejor inversión es comprar un piso”, “los pisos nunca bajan de precio”, “el ladrillo es tangible”, etc. Esta opinión se debe tanto a razones culturales, como al desconocimiento de otras alternativas de inversión y a una serie de creencias populares y erróneas.
Antes de nada se debe diferenciar entre dos tipos de inversión inmobiliaria:
a.      La inversión tradicional mediante compra de bienes inmuebles, especialmente viviendas, aunque también locales comerciales, plazas de aparcamiento y de otro tipo (como de uso industrial)
b.     La inversión en el mercado inmobiliario a través de Sociedades Cotizadas de Inversión en el Mercado Bursátil, SOCIMIs, de carácter más moderno y sofisticado como inversión, pero mucho más al alcance de cualquier inversión que la otra opción, si bien requiere una mayor apertura de mente.
La rentabilidad de una inversión, también en bienes inmuebles, depende del precio de adquisición y de la renta neta obtenida durante la vida de la inversión hasta una eventual desinversión, si la hay. Demostraremos que la inversión según la primera modalidad expuesta, la tradicional, no es aconsejable como tal inversión (caso aparte es que se trate de comprar una vivienda para uso propio, cuyo objetivo también es el uso y disfrute del activo). He aquí una serie de argumentos:

1.    La inversión inicial resulta más cara de lo inicialmente previsto
El precio que se acaba pagando es muy superior al precio pactado, ya que hay muchos gastos que añadir a dicho precio. Para una vivienda de 300.000€ podrían ser los siguientes:
-     Impuesto sobre la compra: IVA (10%), si es una vivienda nueva o Impuesto de Transmisiones Patrimoniales (entre el 4% y el 10%) si es una segunda transmisión. Sin embargo, para otros tipos de inmueble, el IVA aplicable es del 21%
-     Impuesto de Actos Jurídicos Documentados: En el entorno del 0,5%-1,5% sobre el valor declarado de la vivienda que graba la escritura de compraventa.
-     Gastos de inmobiliaria, que pueden ser de un 2 o 3% para cada parte (comprador y vendedor). Digamos 6.000€.
-     Notaría: Los honorarios para la escritura de compraventa pueden rondar los 1.000€
-     Inscripción en el Registro de la Propiedad: Según el precio del inmueble pueden ser otros 800€.
-     Gastos de hipoteca, en caso necesitar financiación, lo que añadirá los siguientes gastos al total:
·       Gestoría encargada de los trámites de inscripción en el Registro de la Propiedad la escritura de compraventa del inmueble.
·       Constitución de la hipoteca: Con la nueva Ley Hipotecaria, han bajado mucho los gastos de constitución de hipoteca, si bien a costa de subir los intereses que cobra el banco por la misma, ya que es este quien asume dichos costes.
·       Gastos financieros (intereses) que cobra el banco por prestar su dinero, que depende también de las condiciones negociadas y del mercado hipotecario en ese momento, es muy cíclico. En el caso de una hipoteca tipo a 30 años puede suponer haber pagado el piso dos veces.
-     Reforma del inmueble: A menudo se compra barato para aprovechar una ocasión, pero ello exige una reforma que pone la inversión al nivel de un piso nuevo (solo que el nuestro es reformado) o incluso por encima. Y los costes de la reforma son difícilmente controlables a priori.

2. La rentabilidad neta es notablemente inferior a la rentabilidad buta.
Ante todo hay dos hechos que merman la rentabilidad inicialmente prevista:
a.      La rentabilidad final se reduce proporcionalmente al aumento del precio inicial, expuesto en el punto anterior.
b.     Con frecuencia los pisos comprados como inversión se alquilan amueblados. El coste de amueblar una vivienda de 2/3 dormitorios, con calidades básicas (IKEA, Leroy Merlin, Conforama) es aproximadamente de 6.000€.
Además hay una serie de gastos regulares que merman la rentabilidad bruta, entre otros:
-        Gastos de comunidad: una mensualidad en función de los servicios adicionales (portero, gimnasio, piscina…) que sean comunes a todos los vecinos del edificio/urbanización. Una vivienda de calidad media puede tener unos gastos de 100 € al mes
-        Tributos municipales: IBI, que puede rondar los 1.000€ para una vivienda media, impuesto de basuras, si lo hay, etc.
-        Seguro de hogar: Por lo menos seguro de continente: 300 €
-        IRPF: 0,5% sobre el valor catastral, si no es primera vivienda, que puede ser en nuestro ejemplo 1.000€. Este no se paga si la vivienda esta alquilada.
Al estar el inmueble “en rentabilidad” (alquilado) los suministros corren a cargo del inquilino.
Finalmente, están los gastos de mantenimiento del propio piso, que son impredecibles, pero cada cierto tiempo habrá que cambiar caldera, aire acondicionado, pintar cada vez que cambie el inquilino, cosa que ocurre cada 2/3 años, y otras eventualidades no cubiertas por el seguro. Por no hablar de obras comunitarias para las que hay que aportar derramas.
La mayoría de estos gastos no aumentan el valor de la inversión, por lo que merman la rentabilidad. Solo sirven, en el mejor de los casos para que no se deteriore, y en el peor son a fondo perdido financieramente hablando.

3. El mercado del alquiler es un mercado de bajas rentabilidades
Comparativamente con otros mercados, el mercado del alquiler ofrece una rentabilidad baja, ya que si se quiere adquirir activos de gran seguridad, como son viviendas en zonas Premium, estas tienen una rentabilidad bruta de un 3 al 4%.
Siguiendo con el ejemplo, una vivienda de precio medio 300.000€, habrá costado, al incluir los gastos, la vivienda habrá costado 350.000€.
Dicha vivienda dará hoy, con una buena coyuntura en el mercado del alquiler (hay épocas de vacas flacas también) una rentabilidad bruta de entorno a 12.000 € (1.000 € mensuales de alquiler). Esto supone una rentabilidad bruta de aproximadamente 3,50%
A esto hay que restar todos los gastos citados, de modo que la rentabilidad neta puede quedar en 9.000€, o sea 2,50%. Con esta rentabilidad difícilmente se bate a la inflación.
Hay que añadir como un elemento que merma la rentabilidad, los periodos en los que el inmueble está vacío.
Para aumentar la rentabilidad habría que adquirir activos de mayor riesgo, como puede ser una nave industrial en la periferia, que puede dar un 5% o incluso un 7% bruto, pero con el riesgo de quedar vacía durante varios años entre dos inquilinos. Además de estar sujeta a ciclos de actividad exportadora e industrial.

4. Coste psicológico
Mucha gente que compra varios pisos a lo largo de su vida “para vivir de rentas” cuando se jubile no es consciente del desgaste psicológico que va a sufrir cuando, teniendo una edad avanzada, tengan que lidiar con asuntos tales como:
-        Problemas vecinales o de comunidad.
-        Desahucios: Coste de abogado y procurador que a menudo hay que asumir, porque el desahuciado es insolvente, arreglar un piso destrozado, y el hecho de no haber cobrado los muchos meses que ha durado el desahucio.
-        Gestión de inquilinos problemáticos que exigen continuas atenciones.

5. Es uno de los activos menos líquidos
Se trata de uno de los activos menos líquidos, en comparación con otros. El periodo medio desde puesta en mercado de un piso hasta su venta es de casi dos años, si se quiere obtener un precio de mercado.
Además no se puede vender una parte del piso en caso de necesitar liquidez.

6. Es un mercado muy opaco
A menudo nos guiamos por los precios de los anuncios inmobiliarios. No obstante, el mercado inmobiliario es muy opaco y está sujeto a duras negociaciones que pueden rebajar el precio hasta el 20% del precio inicial de venta, o incluso más, según apremie la venta. Esto es difícil de cuantificar debido a la opacidad de dicho mercado y a su falta de regulación en este sentido, pero en todo caso debe rebajar las expectativas de valoración de nuestro inmueble.
Otro factor que distorsiona el precio es que se trata además de un mercado muy heterogéneo y muy complejo, donde múltiples variables generan muchos mini-submercados (playa/interior, ático/primer piso, centro/extrarradio, orientación, etc). Un submercado puede funcionar muy bien, y otro muy mal. Incluso dentro de la misma categoría, un piso concreto puede no tener demanda por alguna razón (malas vistas, un bar ruidoso justo debajo, malos olores, etc). ¿Cómo acertar a la hora de adquirir un activo? La respuesta es que los activos más interesantes no suelen estar en el mercado, y cuando lo están, duran muy poco en oferta y no los vas a conseguir tú.

7. Es un mercado muy cíclico
Como otros productos sujetos a negociación en los que los agentes intervinientes no son profesionales y se mueven por impulsos, el mercado inmobiliario se encuentra fuertemente sujeto a ciclos económicos de gran volatilidad, pudiendo generar importantes pérdidas si se vende en un momento bajista (pinchazos de burbujas inmobiliarias).
Curiosamente aún hay gente que cree que "el ladrillo siempre sube", cuando hoy sabemos que puede bajar. Después de la crisis inmobiliaria de 2008, en la que las viviendas compradas en lo alto de la ola de precios perdieron después un 50% de su valor. En 2020, no se ha recuperado de media el valor más alto alcanzado en la burbuja.
Por otra parte, según INE, la vivienda subió en España un 115.50% en los últimos 24 años, desde 1993 hasta 2017. La evolución de los precios (IPC) fue para el mismo periodo del 81,1%. Esto arroja dos conclusiones:
1.     La evolución media anual de los precios de la vivienda fue del 4,8%
2.     La evolución en precios reales y no nominales, es decir, descontando la inflación, fue de 1,4%
Si tenemos en cuenta los gastos que diferencian la inversión neta de la bruta y los gastos en los que se ha incurrido a lo largo de la vida de la inversión, muy probablemente se habrá estado por debajo de la inflación, y se habrán ganado muchos disgustos.

8. Riesgo concentrado
Un ciudadano próspero medio, a lo largo de su vida puede llegar a comprar algunas viviendas, normalmente en su misma zona de residencia. Esto concentra enormemente el riesgo financiero, ya que habrá colocado todo su ahorro en un mismo sector, en un mismo tipo de activo, en una misma zona geográfica y en una misma divisa. Así, habrá contravenido el sentido común que aconseja “no poner todos los huevos en la misma cesta”. A estos inversores les digo que si viene un terremoto se llevará por delante el ahorro de toda una vida.
Para evitar ese riesgo, habría que tener un patrimonio de varias decenas de inmuebles, repartido por varios países. Pero llegados a este punto, hay otros vehículos más adecuados desde el punto de vista de la gestión y la fiscalidad para invertir en inmobiliario: las Sociedades Cotizadas de Inversión en el Mercado Inmobiliario (SOCIMI), citadas al principio, y que deberían ser objeto de otro artículo.

CONCLUSIÓN
Para concluir, veamos qué piensa el gestor del mayor fondo de pensiones del mundo, el FONDO DE PENSIONES DEL GOBIERNO DE NORUEGA, el que debe pagar las pensiones de los ciudadanos de ese país. ¿Hay algo más conservador que un fondo público cuya obligación es mantener el patrimonio para pagar pensiones? Pues la asignación de activos de dicho fondo es como sigue:


En efecto, solo un 3% de la inversión de un fondo ultraconservador se concentra en bienes inmuebles. Por eso, la inversión inmobiliaria debería limitarse a la propia vivienda, ya que cuando uno se retire, no querrá que una burbuja del alquiler le desplace del lugar en el que ha elegido vivir. Y el hecho de tener una vivienda en propiedad significa que una parte de su pensión será lo que ahorre en un alquiler que no tendrá que pagar. El mismo principio habría de aplicarse en segunda(s) residencia(s) que el ahorrador pueda y quiera permitirse.
El resto del ahorro debería concentrarse en activos más rentables, más líquidos, mejor gestionados y más diversificados.

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